Día 4 de setiembre de 1809.

Santoral: parte de D. Blas de Fournás del 2 y de D. Enrique Duvivier del día antes: noticias del sitio: y conclusion del artículo titulado reflexiones.

Sucesos del sitio.

A las dos de la madrugada el general Alvarez fue personalmente á dispertar á García Conde: tanta era la importancia que daba á la salda de éste. Salió en efecto dirijiéndose con sus fuerzas hacia la derecha de la montaña de los Angeles, con el objeto de pasar á Hostalrich. Los sitiadores al divisarlo le dispararon algunos cañonazos pero mal dirijidos. Pasó felizmente sin ocurrir otra novedad que la de haber alcanzado el enemigo al paisanaje armado que mandaba el domero de Llorá con las acémilas del convoy. Sostenido por dicho cura el fuego, dio tiempo á que García Conde con la tropa se escurriera á Hostalrich sin entrar en fuego.

A las nueve de la mañana, dos columnas enemigas venidas la una del Castellar y la otra de San Miguel, se apoderaron de todas las alturas intermedias entre los Angeles y la Plaza.

Los sitiados hicieron con sus baterías el mismo fuego que el día anterior y practicaron varios reparos en sus obras de defensa y resguardo.

Según parte de D. Sebastián Pérez de Campos, Canónigo de la Catedral y Comandante de los tiradores del campanario de la misma, á las 7 y media de la mañana de este día empezó á desfilar por el camino de Figueras una división bastante considerable, seguida de un gran número de carros y acémilas y tres cañones ó más, quedando muy poca gente en el pueblo de Sarriá después de su marcha.

A las 11 de la misma mañana, la caballería enemiga situada desde el día anterior al rededor de la torre Samsona, se puso en movimiento, partiendo una sección de 130 ó 150 caballos con alguna poca infantería, hacia la parte posterior de Palau, en dirección á Quart.

Un cuerpo del ejército sitiador, de unos cinco ó seis mil hombres, con algunos carros y bastantes piezas de campaña de dirijió hacia la Bisbal donde llegó á la tarde, para exijir contribuciones y aprovecharse de un convoy de víveres que se acopiaba para introducirlo dentro Gerona á la primera ocasión que se presentase.

Saint-Cyr esplica la salida de García Conde del modo siguiente.

"El 4 á la punta del día, una columna, compuesta de unos mil hombres de infantería, quinientos caballos y mil cien mulos, salió de la población bajo las órdenes del general García Conde. Era tan larga, que la cabeza estaba cerca del batallon del sétimo de línea italiano, situado sobre el camino de Castellar á Gerona, mientras la cola se hallaba aun cerca del fuerte Condestable; seguia un sendero que le obligaba á marchar en una línea y los machos alargaban considerablemente la fila. El movimiento no podía ser rápido, en razon á que se verificaba subiendo un terreno rudo y escarpado, por un camino estremadamente rocoso, estrecho y difícil. Se la veía muy bien desde Montjuich que lo domina en parte.

"El general Mazuchelli no la atacó: no la siguió, como tenía orden de hacerlo; espero el fuego del batallon del sétimo italiano, que la debía atacar por la cabeza en el momento que ella se presentase; lo que no tuvo lugar, sin embargo, gracias á la falta de discernimiento de un ayudante de campo del general Pino, enviado á este punto para que los errores de la víspera no se renovasen. Era el hombre de confianza de este general; pero ese día su inteligencia hizo falta; se opuso á que este batallon hiciese fuego, asegurando que se equivocaba, y que la columna que se vería bien, era la brigada Mazuchelli, y no una tropa española.

"Luego que la cabeza de la columna enemiga descubrió este batallon en una posicion donde él habria detenido dos horas á un ejército, se creyó perdida; pero viendo que no disparaba, su jefe juzgó que mediaba algun error, y cambió de dirección apoyándose hacia su izquierda. Este movimiento no iluminó al ayudante de campo, como tampoco algunos cañonazos disparados desde Monjuich sobre la cola de la columna, los cuales partiendo de un punto demasiado lejos le hicieron muy poco daño. En fin, ella llegó sobre las alturas á la derecha del batallon sin haber sido atacada, ni de otro modo inquietada.

"Llegada á Castellar, quería dirijirse hacia la Bisbal; y como algunos paisanos la instruyeron de que encontraría á Fontana con tres batallones y un escuadron, cambió de nuevo su dirección y marchó hacia Cassá de la Selva, donde el general Pino había restablecido su cuartel general.

"Un puesto que tenía sobre la montaña le anunció la aproximacion de una tropa en desorden; presumiendo que alguna equivocación era la causa de la llegada de esta columna, que debía haber sido tomada ó rechazada á la plaza, hizo batir sobre el campo algunos golpes de tambor, señal convenida por las tropas de su cuartel para reunirse á toda prisa; monta á caballo; da orden de que dos batallones, que aun no habían partido hacia sus acantonamiento, le sigan bajo la dirección de un oficial que conocia bien la posicion que él designó; y, esperando su llegada, se presenta, con su piquete de escolta, delante del enemigo sobre las alturas de Cassá; espera en vano sus dos batallones, que por un nuevo error, acababan de tomar otra dirección. De suerte, que reducido á su piquete, no pudo atacar más que la retaguardia enemiga que puso en derrota, y en la que él completó el desorden; pero que precipitando su huida, debió naturalmente escaparsele: ella perdió unicamente un capitan del tercio de Vich, unos cincuenta hombres y un centenar de machos que condujo la escolta del general.

"Creemos deber dar cuenta de este pequeño acontecimiento, con los detalles suficientes para dar á conocer de que modo los generales se ven contrariados en sus disòsiciones, sea por las aventuras multiplicadas del azar, sea á veces por las faltas cometidas debajo de ellos; aquí, por que el celo ó la inteligencia han hecho falta; allá por que la falta de acuerdo ha convertido en inutil la inteligencia, ó una buena voluntad mal entendida ha sido errada por el celo. ¡Cuantos ejemplos se podrian citar en testimonio de esta desgraciada verdad, que la mas noble de las profesiones es á menudo ejercida por hombres frios, negligentes ó poco instruidos, cuyas faltas son perjudiciales nada menos que á los intereses de la patria; y así es que este grande arte de la guerra, cuyos resultados influyen sobre la suerte misma de los imperios, no pueden asegurarse con las combinaciones más profundas y más sabias y se hallan muy amenudo subordinadas á los vanos caprichos de la fortuna! De estas reflexiones que el pequeño acontecimiento de que venimos de hablar, nos ha inspirado, por que la historia del arte militar nos muestra frecuentes aplicaciones en los hechos más importantes y más graves, volvamos á Gerona, que, despues que Barcelona había sido aprovisionada por la escuadra del vicealmirante Cosmao, se había constituido en blanco único de los trabajos de los dos ejércitos. El general en jefe se consoló de no haber podido librar una nueva batalla en Cataluña, pensando en la ventaja que le proporcionaria el alejamiento del ejército español, en el efecto moral que ello podía producir, y en las esperanzas que se le dieron, de que disparando veinte y cuatro horas más, las brechas del cuerpo de la plaza quedarian practicables: veinte y cuatro horas eran bien poca cosa, sobre todo despues de haberse adquirido la certidumbre, la más manifiesta, de que Blake no queria arriesgarse, para salvar á Gerona, á una acción decisiva contra nuestros batallones reducidos á no formar más que cuadro, por efecto de los trabajos de una campaña de doce meses, de combates multiplicados y de enfermedades, consecuencias inevitables del clima, de la fatiga y de las privaciones; más, al momento que hemos llegado, no era cuestion de tener reunidos veinte y un batallones; resultaba imposible tener tres reunidos; era necesario volverlos á enviar, diseminarlos de nuevo y más que antes. Puesto que toda la provisión había quedado consumida por la parada prolongada de las tropas, era necesario ir á buscar lejos los miserables restos de grano olvidados, descuidados por la gran distancia, ó rechazados á causa de su mala calidad, al principio en que se había encontrado la abundancia".

Oficio del Gobernador de Gerona al Capitan General de Cataluña.

"Excmo. Sr.-- El día 1.º del actual entró en esta plaza el refuerzo que V. E. se ha servido enviar, al mando del Mariscal de Campo D. Jayme García y Conde; y con él, el convoy de que V. E. estará sabedor: el qual, según me ha informado el ministro de la Real Hacienda por su ramo, podrá subvenir en alguna pequeña parte á nuestras necesidades, pero no en el todo que necesitábamos: por que según el estado en que se halla esta plaza, por lo perteneciente al ramo de víveres (el mas interesante) es tanto mayor la necesidad, quanto es mayor el número de tropas de que se compone la guarnición; y así, aunque la plaza se ha puesto á cubierto de los esfuerzos del enemigo, dificulta más la subsistencia; que á no haber sido por los acopios particulares que habían hecho los vecinos y que voluntariamente han entregado para la manutencion de la tropa, no había ya absolutamente que darles de comer. Si la comunicación estubiese abierta, podrían reponerse estas faltas, con los socorros de toda la provincia, de la tesorería, y de los almacenes del exército, pero los enemigos, apenas salió el general García Conde con la caballería y resto de su division y acémilas, que volvieron á ocupar las alturas y el llano y por consiguiente, á cerrar el paso. Es cierto que con la guarnición que hoy tiene la plaza, antes de adelantar tanto los enemigos sus obras de ataque (las que estan á tiro de piedra), destacando un cuerpo fuerte á las alturas, hubiéramos mantenido el paso libre; pero ahora ya no puedo exponer por ningun título la suerte de una guarnición y vecinos, cuya resistencia tiene en la mayor desesperacion á los enemigos. La ocupación de la altura de los Angeles por un oficial de Ultonia, con una pequeña partida, es muy util para procurarnos alguna entrada; pero la juzgo insuficiente, pues no siendo los enemigos incomodados por esta parte, cargarán allí con fuerzas superiores. Si las divisiones del Sr. Rovira y de Claros pasasen á ocupar aquella ermita, la de San Miguel y alturas inmediatas con fuerzas respetables, entonces yo haría acampar un cuerpo de los de esta guarnición á las alturas que estan al frente del castello [sic] de Capuchinos, camino de los Angeles, y jamás los enemigos podrían embarazar el paso sin ponerse entre dos fuegos, que los arrollarían, y además tendríamos los puntos ventajosos y necesarios para qualquier operación general. Estoy persuadido, Excelentisimo Sr., que á los ojos de V. E. seran sagrados los sacrificios que han hecho estos vecinos reducidos á las más grandes necesidades por haberlo todo hecho y todo entregado para la defensa de la plaza, tan fiel á la causa española y á nuestro Rey, y espero que interin que V. E. toma disposicion para redimir del todo la opresion en que desde tanto tiempo se hallan estos buenos españoles, no olvidará interinamente los alivios que merecen.

"Los enemigos se fortificaron en Monjuich; no nos hacen fuego, mantienen sus anteriores posiciones, menos las baterías de Roca, en la que no se vé gente.

"Sus evoluciones son contínuas; se dexan ver columnas bastante numerosas con diferentes direcciones, é impiden con su cordon el paso enteramente. Este es el estado en que nos hallamos, esperando que V. E. procurará con toda su energía y eficacia, el más pronto remedio á la urgente necesidad en que nos vemos constituídos.

"Dios guarde á V. E. muchos años. Gerona 4 de Setiembre de 1809.-- Excmo. Sr.-- Mariano Alvarez.-- Excmo. Sr. D. Joaquin Blake".


Bibliografia.

Extret de "Reseña histórica de los Sitios de Gerona en 1808 y 1809". Emilio Grahit y Papéll, Imprenta y libreria de Paciano Torres, Gerona. 1894.




Reial Cos d'Enginyers. Subtinent amb uniforme d'estiu. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Reial Cos d'Enginyers. Sapador del regiment de sapadors-minadors. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Milicies urbanes. Subtinent de les Companyies de Badajoz. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Milicies urbanes. Tinent de les Companyies d'Alcàntara. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.


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