Día 25 de Octubre de 1809.

Santoral: noticias del sitio: continuación de las noticias de Sevilla del 7 de Setiembre: un aviso: y una nota de una pérdida de interés particular.

Sucesos del sitio.

Belmas hablando de la situación de Gerona, dice: "los sitiados se hallaban tambien en el estado más deplorable: lo sabíamos por los desertores que diariamente huian de la ciudad. Los soldados de la guarnicion no recibian sinó un cuarto de pan cada tres días, con carne de caballo ó de mula, sin aceite, sal, vino ni aguardiente. Los hospitales carecían de medicamentos y de los objetos más necesarios. Los habitantes sufrian también mucho del hambre; y todos los días se recojian en las calles cadáveres de hombres y mujeres muertos de inanición. Las enfermedades, consecuencia inevitable de la miseria, hacian espantoso estrago, enterrándose de cuarenta á cincuenta personas por día. Todos estos males no debilitaban, sin embargo, el encarnizamiento de los españoles, á quienes los frailes y curas exortaban á tener paciencia, meciéndolos en las más halagadoras esperanzas".


Día 26 de Octubre de 1809.

Santoral: noticias de Lérida del 7 de setiembre.

El aviso decía así:-- "El Ilustrísimo Señor Obispo, en atención á las actuales circunstancias ha tenido á bien dispensar en todas sus partes los ayunos del Viernes, Sábado y Martes próximos: lo que se anuncia al Público para su inteligencia".

Sucesos del sitio.

En este día salió de Gerona dirijiéndose al cuartel general del ejército de operaciones, el sargento mayor del regimiento de Baza D. Ramón Sureda.

La marcha de este jefe era debida á sucesos muy importantes que durante los días anteriores habían tenido lugar en la plaza y que debemos reseñar.

Conforme habrá podido notarse, en todo el mes de octubre seguía la oficialidad de la guarnición, celebrando reuniones y conciliábulos para tratar de su angustioso estado, pues como no se les daba paga ninguna, carecían de recursos propios, y en la ciudad faltaban los comestibles, veían cercana su muerte, que conceptuaban infructuosa, si había de ser por hambre, prefiriendo salir, atravesar la línea enemiga y reunirse al ejército de operaciones.

Ya hemos visto que esta excitación pudo calmarse un tanto con los dos repartos de dinero y comida para los mismos oficiales, realizados por el Ayuntamiento, pero acabado esto y distribuidos los cuatro mil duros últimamente entrados, volvió la misma necesidad anterior, y con ella el descontento de la oficialidad y los planes para salir de la angustiosa situación en que se hallaban.

Los jefes de los cuerpos procuraron contener á los oficiales, pero comprendiendo que podía sobrevenir un grave conflicto, dieron parte al general Alvarez, quien reproducía sus contestaciones de que se mueran de hambre: lo mismo es morir de hambre, que en las brechas: perecemos entre estas ruinas ó se levanta el sitio: y otras por el estilo

Sin embargo, como la inquietud y el descontento aumentase, y algunos para no perecer de hambre, se hubiesen visto en la precisión de cometer violencias para proporcionarse alimentos, el general y la junta á propuesta de los jefes, instados estos por la oficialidad, determinaron celebrar un consejo de guerra.

Hízose en él presente, en primer término, que las enfermedades causadas por la falta de víveres, por la contínuas alarmas nocturnas, grandes fatigas y poco ó ningun descanso, iban aumentando considerablemente, hallándose la tropa mal asistida en los hospitales, ya por la falta de camas y medicinas, ya por la pésima calidad y mala administración de los alimentos, de lo que resultaba una gran mortandad. En vista de estas observaciones se acordó instalar una junta de guerra que debía reunirse dos días cada semana en la habitación del Gobernador, con el fin de discutir los medios de aliviar y asistir á la guarnición. Se nombraron además dos jefes de hospitales, quienes hallándose presentes en estos establecimientos en las horas de reparto de la comida á los enfermos, remediasen por si mismos las faltas que notasen, dando después parte á la junta de lo actuado y ocurrido.

Indicóse también la conveniencia de oir á los parlamentarios que tal vez enviase el enemigo, pero el general Alvarez manifestó que no podía hacerlo sin orden del general en jefe, por lo que se formó un estado de la situación de la plaza, fuerza de los cuerpos de la guarnición y demás circunstancias, para remitírselo con objeto de que resolviese sobre el particular.

Procediose á la elección, por último, del que debía llevar estos datos al general Blake, resultando elejido D. Ramón Sureda, sargento mayor del regimiento de Baza, quien acompañado de un guía de confianza salió en este día como queda dicho.

Además de los datos indicados, y como consecuencia de otro de los acuerdos tomados en el consejo de guerra, llevose dicho jefe un oficio para el propio general Blake, en el que se le manifestaba que el estado de la plaza era tan deplorable, que no era posible sostenerla más que hasta el día 8 del próximo noviembre, por la falta total de víveres, por cuyo motivo, era necesario que dicho general, realizase una de estas tres cosas: primera, que levantase el sitio; segunda, que si no se hallaba con fuerzas para ello, á lo menos se situase hacia las inmediaciones de los Angeles, para que la plaza tuviese comunicación abierta por aquella parte, durante algunos días y de este modo pudiera hacerse alguna provisión de víveres y sacar los enfermos, pues atendido al estado á que se había llegado no podía bastarle la introducción de un convoy, si esto pudiese lograrse; tercera, que si por último, no podía ejecutar ni lo uno, ni lo otro, á lo menos maniobrase, afin de llamar la atención de los enemigos, pues la guarnición aprovecharia la mejor ocasión que se le presentase para evacuar la ciudad, reunirse al ejército, y continuar siendo útil á la patria.

Veamos ahora lo que ocurría entre el ejército sitiador y el de operaciones.

El general Fontane después de reconocer las posiciones españolas y atacadas, retrocedió ante la vanguardia de las mismas, que el consideraba el grueso del ejército de Blake. En su retirada le siguió O.Donell con su acostumbrado ardimiento, acosándole sin cesar hasta Aiguaviva y Fornells, ó sea hasta el mismo cuartel general enemigo, hallando formado entre ambas poblaciones al ejército de Augereau, dispuestos como días antes á aceptar una batalla general.


Bibliografia.

Extret de "Reseña histórica de los Sitios de Gerona en 1808 y 1809". Emilio Grahit y Papéll, Imprenta y libreria de Paciano Torres, Gerona. 1894.


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Infanteria Lleugera. Tambor del Batalló 1r de Catalunya. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Infanteria Lleugera. Fuseller del Batalló 1r de Barcelona. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.



Infanteria Lleugera. Fuseller amb gambeto. Dibuix de Fèlix Xunclà. Basat en "Uniformes Militares Españoles. El Ejército y la Armada en 1808", de José Maria Bueno, Málaga, 1982.